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¿Por qué  las representaciones de las mujeres afroperuanas en los medios, publicidad, libros e  Internet pueden contribuir a la violencia de género?

El racismo y el sexismo son ideologías que se materializan en acciones discriminatorias. Como todas las construcciones mentales, se nutren constantemente de simbolismos creados y reforzados en las relaciones sociales.

Este proceso de retroalimentación de códigos crea un escenario nebuloso que usualmente dificulta la realidad de la ficción, lo cultural de lo biológico. Autores como Pierre Bourdieu llaman a este proceso «violencia simbólica», enfatizando en la dificultad que los afectados por la violencia puedan reconocerla porque es expresada de manera indirecta, a través de acciones no explícitas y simbolismos.​

Es por ello que analizar los símbolos en las publicaciones impresas y virtuales, así como las producciones de los medios de comunicación masivos, permite decodificar —y por ende, desbaratar— las verdades impuestas que perpetúan un sistema de opresión que afecta a los afroperuanos, especialmente las mujeres.

El discurso fundacional de la sociedad peruana a partir de la conformación de la República se basa en un proyecto de país mestizo. El reforzamiento de esta identidad se ha hecho a partir de la desvalorización de la presencia afro e indígena, generándose lo que Marcel Velásquez (2005) denomina «el sujeto esclavista», posición o estado del ser que eterniza su estatus esclavista en las relaciones con la población afroperuana, configurando relaciones de poder basadas en los prejuicios coloniales.

Calificar a los medios de comunicación como el «cuarto poder» no es una apreciación banal: los medios reflejan los intereses, tendencias y consumos de la sociedad, y a su vez crean referentes que exacerban pasiones, temores u odios racionales o subjetivos.

 

Analizar esta producción cultural nos permite medir cómo las afrodescendientes son apreciadas, tratadas y valoradas por la sociedad peruana.

Este análisis no puede centrarse solo en elementos textuales. La asociación de palabras con imágenes y el uso de expresiones coloquiales (que individualmente no tienen carga racista) pueden ser asociados con la intención de crear una narrativa racista y machista.

La investigadora Kia Lilly Caldwell hace un profundo análisis de esta ideología cuando cita al presidente brasilero Fernando Henrique Cardoso.

En su campaña presidencial de 1994, Cardoso decía que él tenía «un pie en la cocina», lo cual era su particular manera de «exaltar» su herencia afro: «Esta popular frase brasilera es usada para recordar la idea que una geneaología individual esta ligada a la cocina, lo cual significa a la esclavitud y el servicio doméstico».(Caldwell 2007: 38)

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